Uno de los grupos de la diáspora alamillera, y más concretamente
uno de ellos ubicado en Bilbao, tuvimos
la oportunidad de juntarnos y homenajear a nuestro santo patrono san Antonio a
nuestra manera. No somos muy devotos, pero somos alamilleros con diferente
intensidad. No estuvimos allí, en el pueblo, pero si estuvo nuestro corazón. No
tuvimos procesión, ni calor, ni verbena, ni pudimos disfrutar de ese viejo aroma que
desprenden nuestras las fiestas. No importó.
Nos reunimos entorno a una mesa y se hizo lo que es típico aquí: comer, contar
chascarrillos, acordarnos del pueblo y como todos en esta época, intentamos arreglar el mundo.
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