1 ene 2013

SALIDA 13ª: OKINA-SÁSETA

    Para los que no somos montañeros, hacer una escapada por tierras alavesas un treinta de diciembre  tiene su punto aunque sea sin apellido.
           Según avanzabamos hasta nuestro lugar de origen la temperatura iba descendiendo hasta que el termómetro se estabilizó en los -2º C. Hubo tramos en la carretera que eran pistas hielo, menos mal que el coche rojo que iba delante de nosotros nos lo avisó cuando patinó y se salio de la carretera quedándose en el arcén de mala manera. Dentro iban dos chicas, les tiramos un beso a modo de saludo deseándoles buena suerte  según pasamos ante de ellas. No tengo palabras que puedan traducir la expresión de sus caras en ese preciso instante. Mientras tanto en el cielo se batallaba para ver quien imponía  su ley el sol o las nubes. Hubo tablas.
           Ñordas, chorchas de vaca es lo que pisamos en nuestros primeros metros de trayecto, eran los signos de la civilización. Pasados unos centenares de metros entramos ya en una verdadera pista,  vislumbramos el río Ayuda,  primero oyendo el rumor de su agua y después su propia estampa.
            El trayecto desde Okina a Sáseta no era demasiado largo, pero si entretenido. Nosotros vamos pertrechados con nuestras cámaras de fotos y aunque quisimos hacer las fotos a la vuelta había momentos en que nos debíamos parar porque la luz existente ya no seria la misma al regreso.
             Tejos, robles quejigos habían dejado un manto en el suelo con sus hojas, la gotas de agua en las ramas desnudas de los arboles creaban reflejos de luz inusuales, el sonido del agua, y su presencia húmeda completaba un entorno que invitaba a no correr.
          En Sáseta visitamos su derruida iglesia y el molino de agua abandonado, ya todo asilvestrado por el desuso humano.
              El tramo de ruta pertenece a la llamada la GR-38 era el trayecto que comunicaba norte y sur por el que se transportaba pescado y vino.
                  El camino de vuelta se convirtió en un sinfín de aupas, egunones, holas por la gente que transitaba a esas horas, un poco bochornoso porque nos cruzamos hasta con pijos, en fin poro ya se sabe, en este tipo de excusiones, salidas, o lo que sea, te puedes encontrar cualquier cosa. Lo que no vimos al regreso es el coche rojo de las chicas y tampoco había otros signos que nos informase que el percance de la mañana se había convertido en tragedia.

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