13 mar 2014

RUTA A SAN KRISTOBAL Y SAN JUSTI (ARCO BALTZARRA)

            En la última salida dejamos aparcada la vía verde del ferrocarril vasco-navarro e intentamos subir al monte. Tendría que ser algo suave, primero porque hacía tiempo que estábamos en ello, y segundo  porque  los años pasan factura, por lo menos a mí, y lo que antes subías de forma erguida y alegre hoy en día subes, pero algo más inclinado.
          En fin, el amigo Andrés sacó de su carpeta de rutas pendientes, ésta, la que no llevaría  al Arco Baltzarra, después de subir un par de miles, el monte San Kristobal y el de San Justi, en la sierra de Izki en Alava. Mira por donde, anotamos un par de montes para hacer los cien del País Vasco.
          La mañana fue esplendorosa con un cielo raso que ya no recordábamos, eso si en las alturas el viento era frío y arreciaba con fuerza.
           Seguimos nuestras rutinas tomando el café en el Izki de Maeztu, y después emprendimos la marcha, con las anotaciones pertinentes a mano y engrasando el sentido de la orientación.
               Llegamos a la cima después de dos horas de subida, y allí mismo en san Justi dimos cuenta del exquisito y acostumbrado hamaiketako
           La bajada fue más cómoda y mas corta, a pesar de desviarnos de la ruta para conocer el arco Baltzarra, una estructura rocosa de la  forma que su nombre dice, que parece ser son los restos de una antigua cueva.
          Seguimos bajando, aunque a mí me pareció que subimos tres repechos sibilinos, que los notas en tus piernas cuando llevas cuatro horas caminando.  Y eso, que me quedé con la duda de como bajando subimos tanto.
              Llegando a la pequeña presa de Karrastan supimos que practica mente habíamos llegado a nuestro punto de partida: Apellaniz.
              Un lugareño, anciano,  nos indicó donde se comía muy bien: en el restaurante de Virgala Mayor,  y a esta información le prestamos la atención que requiere. En vista de su entusiasmo que le puso el buen hombre y sabiendo como se come en los Róturos, decidimos cambiar y hacerle caso al parroquiano. Estuvo bien, pero yo me quedo con los Roturos.
            La sobremesa fue larga y en vista que los pueblos del alrededor los teníamos catalogados, decidimos tomarnos el último café en el Izki y volver a casa.

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