4 mar 2014

VÍA VERDE DEL FERROCARRIL VASCO-NAVARRO

Después de varios meses, demasiados, sin adentrarnos en todos esos espacios que la naturaleza pone a nuestra disposición, decidimos que hasta aquí habíamos  llegado.
Nos plantamos, y acordamos que debería llover mucho para que la marcha atrás la contempláramos como una opción real.
Volvimos a sacar los viejos proyectos, rutas que esperan su momento de gloria y estimamos oportuno  que lo mejor sería proseguir con nuestra V.V. del Ferrocarril Vasco - Navarro una ruta sencilla, cómoda y larga hasta donde quisiéramos. 
Regresamos a Santa Cruz de Campezo, sobre pasamos la fábrica de harinas de Feliciano Ibarrondo y pusimos como base de partida el pueblo (ya navarro) de Zuñiga.
Dejamos el coche aparcado cerca de Zúñiga, en un bar de carretera, que tenia un aspecto parecido al de "Abierto hasta el amanecer" y desde allí emprendimos nuestra marcha.
 No se cuantos kilómetros serían, 15, 16..., pero lo cierto es que fueron entretenidos, nos paramos donde estimamos oportuno hacerlo, por que no nos gusta ver  las cosas de largo, procuramos acercarnos a ellas y las comentamos. Además,  llevamos las cámaras fotográficas, para captar  imágenes de los lugares que visitamos (ahora ya para recordar donde hemos estado) y enseñarlas a la gente que les interesa.
No hacemos marcha, hacemos senderismo adaptado, y procuramos hacerlo en plan relajado, no salimos a sufrir, ni a darnos un paliza, ni hacer algo para demostrar de lo que somos capaces.
Nos llevamos nuestro hamaiketako, nos paramos a mitad de recorrido, y  disfrutamos de él sin remordimiento alguno.
Así es nuestro trayecto, así recorrimos la Vía Verde, una senda muy bien cuidada (no muy bien indicada), unas veces encajonados en el terreno, otras  pasando viaductos, sorteando grandes piedras que la lluvia ha desplazado a la vía. En  este recorrido también disfrutamos de un kilómetro bastante largo de túnel.
Un túnel recto (1.425 metros) en el que se podía ver la boca de salida en cuando entrabas en él. Eso te daba la idea de los recto que era y lo llano que era, que es. Eso si, en el tramo de ida, el interruptor para la iluminación había desaparecido. Menos mal que Andrés (todo previsor) llevaba una luz de minero con pilas con la que pudimos ver sin dificultad. Sin embargo, a la vuelta las luces si funcionaban, pero hacia la  mitad del túnel los cables habían desaparecido.
La meta la teníamos en Acedo, pero nos prolongamos algo más ya que íbamos bien de tiempo. Hicimos un ejercicio de adivinación ya que la Vía desaparece en casco urbano y es tragada por los terrenos más  próximos al pueblo.
Regresamos al punto de partida, intactos de frío, viento y agua,  volvimos ya con los pies un poco renqueantes, y nos acercamos  hasta el "Abierto hasta el amanecer". El interior era mucho más  digno de lo que aparentaba por fuera y la cerveza estuvo en su  punto y sobre todo fue muy reparadora.
En los "Roturos" de Maeztu, un lugar acogedor, bullicioso donde terminamos de reponer las energías que habíamos gastado a lo largo de la mañana.
Cuando salimos del restaurante ya llovía, el tiempo nos había respetado hasta entonces, pero viendo la ligereza del agua que caía  nos acercamos a conocer los pueblos de Zuñiga y Acedo.
Serían las siete de la tarde cuando volvimos a casa. Buen día, relajado, provechoso y reparador.

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