13 nov 2012

La Octava de Artieda

El ocho significa las veces que hemos pisado estas tierras aragonesas linderas a Navarra.
Hemos vuelto y hemos comprobado unas cuantas cosas,  saber  si las conocidas estaban en su sitio y si lo desconocido era terreno baldío. 
  Vimos que  la  tienda de quesos de Burgui ha desaparecido y se ha trasladado a un polígono a las afueras del pueblo distante de él un kilómetro navarro.
   No cercionamos que el puente sobre el río Esca en está misma localidad sigue en su sitio después de las riadas de hace dos semanas.
  Divisamos el  pantano de Yesa,  que aún estando bajo su nivel de agua, ha crecido en su volumen debido a las lluvias torrenciales de la misma época.
   La idea del recrecimiento del pantano sigue adelante, parece ser que los estipendios otorgados a los pueblos afectados han logrado su fin, excepto en Artieda, la rebelde, la unida localidad que aun lucha por que no se cometa esa barbaridad.
 Disfrutamos de la autovía A-21 del Pirineo (Pamplona-Huesca), ésta ha crecido en longitud pese a la crisis. A Nosotros nos ha hecho un favor, y es que nos ha acortado casi media hora el viaje, ahora ya solo tenemos quince kilómetros de carretera general, pero en su contra tiene que una vez terminada esta autovía, habría vía libre  para que Yesa se convierta en un superpantano y que sus aguas cubran un extensa vega, más de lo necesario.
Comprobamos, antes ya se intuía  que el bar del pueblo alberga gente de buen talante, gente  que arropa a los peregrrinos del Camino de Santiago, gente que hace de la micología una ciencia, efectivamente, esto lo pudimos vivir  el último día a ultima hora,  cuando por fin hicimos el esfuerzo de socializarnos con la poblacuión autóctona.
Seguimos pensando que la zona, el pueblo y la casa en la que nos alojamos son únicos (o casi) porque cuando vas es como adentrarte en un remanso de un  río después de salir de sus aguas bravas.
Te das  cuenta y lo valoras en su justa medida los buenos y viejos amigos, que te llenan, y con los que puedes compartir muchas cosas. Eso es un tesoro, de ahora y de simpre, que es imposible de valorar.
Podríamos hablar de Artajona, la población inexplorada, Puente la Reina, la del puente del medievo, o de Berdún, la socorrida, a la que acudimos cuando el día nos abandona y  a la que no hemos podido conocer a la luz del día.
 Podríamos hablar de más cosas, de seguir comprobando, pero vamos a dejar el tema un poco en el aire para que la reflexión pueda abordarnos en algún momento.
                  Gracias amigos.



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