8 feb 2011

YO FUMO, TU FUMAS, EL FUMA...


Sea bienvenido el olor a chorizo que desprenden los de bocadillos, el de tortilla tanto de lo mismo, el ruido de las pipas no me molesta, que el árbitro provoque a los aficionados y estos en relación proporcional a su educación empiecen a soltar improperios, es entendible, pero me disgustan bastante, pero ya que el señor de al lado se fume un puro y que la vez la señora de la fila de delante se fume diez cigarros en un partido (sin contar el descanso) y que la chica del otro lado también le dé al tema me subleva, me subleva más si hay contamos que chavales de corta edad, niños que asisten ilusionados a los partidos y que tienen que sufrir los malos humos y los improperios de determinada gente. Por eso digo que estoy harto, muy harto y que me sublevo.

Por eso pienso que en algunos ámbitos la Ley Antitabaco se ha quedado corta, si se pudo erradicar el humo de los frontones de Euskadi, porque no se va a poder erradicar de los campos de futbol.

Si, ya sé cada uno es libre, en esto caso de fumar, ya pero ¿qué pasa con los que soportamos sin poder movernos las humaredas de los demás? Porque no sería de recibo, que uno que está recibiendo la acción dañina se tuviese que levantar de su sitio ante el ambiente que se respira a su alrededor.

Pero a pesar de lo que he dicho antes no estoy en contra de que la gente fuma, claro está si se hiciese con moderación. ¿Cuántos cigarros estoy dispuesto a soportar en cada partido, dos, tres? ¿Y el que fuma hasta cuantos puede admitir en su rebaja? ¿Sabemos donde está el término medio? NO.

Pues ya está, o expulsamos el tabaco con sus porteadores de los campos de fútbol a pesar de ser lugares abiertos (o no tanto) o nos colocamos por zonas. El debate ha empezado, y no pienso ponerme en el lado de los perdedores.


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