21 dic 2011

SUBIDA AL PAGASARRI


El tercer domingo de diciembre se celebra la célebre subida al Pagasarri, y si no hay otra cosa mejor que hacer o estás en una época en que tu amor a la naturaleza y al ejercicio físico ha sufrido un subidón, te apuntas y ya está.

Este año nos ha tocado lluvia, moderada, pero persistente, así es que sabiendo esto, nos pertrechamos de la indumentaria apropiada para tal evento.

No habíamos caminado más de 500 metros cuando mis botas me dijeron que no había invertido mucho en ellas porque ya tenía el pié derecho haciendo aguas.

En el trayecto iba pendiente del pie, del paraguas para que me tapase la mochila y proteger mejor la cámara de fotos (la cámara es sagrada, te puedes mojar hasta las entretelas, pero ella ha de estar seca) y de Javi interesándome como iba su pierna, ya que temíamos que no respondiese adecuadamente en la subida. Pero se portó bien.

Lo de preguntar y hablar lo hacía con prudencia porque aquí el que suscribe iba un poquito corto de aire, y ya le dije al compañero Javi, que si no hablaba más no era por nada, sino que no podía hacer dos cosas a la vez.

A pesar le la lluvia la gente se animó, y aunque no fue como otros años jende dezente igo zen,

Todo muy colorido, como siempre, los jubilados bajando ya según tu subías, el niño con del perro vestido para el evento, el que subía corriendo luciendo las cachas, el que lo hacía lo mismo pero en bicicleta, los eventuales, que a ellos también se les nota, hasta un grupito pequeño de sudamericanos, vaya parece que tienen síntomas de integración. Y el que subía a caballo.

Arriba nos topamos con las carpas: la de los regalos, la de los bocatas, la del caldo, unos cuantos urinarios móviles (no árboles), servicios médicos y muchos voluntarios.

Optamos por el bocata de chorizo ya que aunque este frio entra bien y para acompañar decidimos que fuese agua, ya que a pesar de estar del tiempo, no hacia surcos como el vino del año pasado. Desechamos la tortilla, porque a esta le afecta más el mal tiempo que al citado chorizo.

Una manzanita portada de casa también nos vino de perlas.

Allí arriba la lluvia se olvidó de nosotros por un momento, este receso lo aprovechamos para hacer el hamaiketako, secarnos por dentro y hacernos unas cuantas fotos. Hubo un momento, un poco más tarde, en que quiso salir el sol, pero fue un espejismo.

Decidimos ir hasta la Cruz para hacernos la foto correspondiente, pero se echo encima una espesa niebla que nos dificulto la tarea, además tuvimos que espera un rato hasta que llegase un grupito para que nos hiciese la instantánea. Allí no había Dios que parase.

Bajamos tranquilos y relajados, y la gente seguía subiendo, diseminada, por las distintas rutas que desembocan en la cima del Pagasarri. No nos preocupamos en ningún momento por la ruta Oficial, ni por donde venia ni por donde pasaba, eso sí, llegó bastante más tarde.

Antes de que la lluvia decidiese que sería una excelente compañera de de regreso pudimos apreciar en la bajada imágenes de Bilbao que no nos son comunes: rodeado de niebla, con nubes bajas, rayos de sol jugando al escondite, imágenes que nos amenizaron la bajada.

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