4 may 2012

INFILTRADO

     Este relato podría tener mucho títulos: el infiltrado, el quintocolumnista, la voz dormida, la ley del silencio.... el caso es que el Real Madrid se proclamó campeón de Liga en San Mamés. La casualidad fue esa, que ganando el partido los blancos ganaban el Campeonato liguero, y eso sucedió.
    Este Madrid hoy en no es querido en ningún sitio, en Bilbao, y por todas las connotaciones políticas y  menos. En  el desarrollo del partido ya se pudo contemplar, ver, oír, escuchar toda clase de bendiciones, pero a eso ya estamos acostumbrados, cada uno saca lo que tiene dentro....
       El caso es que es difícil celebrar el triunfo cuando uno anda camuflado en el campo (y ya son muchos, muchos años). Sonreír sin mover un músculo, aplaudir sin hacer ruido, hablar poco y con triple sentido, solo ver y ver, por que son pocas las ocasiones en que esto sucede.
        La verdad es que uno tiene mérito, mérito por conservar sus raíces, mérito, quizás,  por equilibrar esas dos almas, la congénita y la adquirida. Pero uno ha de ser fiel, aunque sea en silencio, fiel como reza el  lema que tienen los hinchas del River Plate que dice "De la cuna al cajón siempre en el corazón" Es algo tan sagrado que nada ni nadie te  puede hacer cambiar, ni los propios jugadores de tu equipo, ni mismisima  entidad fubolística.
    Siempre lo he tenido claro, y cuando me topo con la intransigencia y el odio, más me convence que debo seguir siendo auténtico, sin perder mi identidad,  mi tradición, mi cultura  y mi legado. Siempre en silencio, porque estando en "territorio hostil", (dicho esto con todo el cariño del mundo), es mejor pasar desapercibido, camuflado, aunque la gente cercana a mi sabe lo que pienso y por donde caminan mis preferencias.
          Así está asumido, cuando tu equipo pierde el amargor de la derrota es un plato que te lo comes tu solito, cuando, por el contrario si el equipo sale triunfador la victoria también es toda para ti. Nadie se acuerda de ti.



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