5 jul 2012

SUBIDA AL GORBEA (II)

Es verdad y gracias a un abuelete que iba con su nieto hasta el último refugio, donde parece ser que celebraban del día del montañero, digo gracias a él, pudimos salir de ese trance con éxito. El nos llevó desde el cercano refugio de Ángel hasta el último refugio.

 Andrés: De no haber tanta niebla tras cruzar Aldape hubiésemos visto más abajo a la derecha el Menhir de Zastegi. Cruzamos pequeño hayedo con solera y llegamos al refugio de Egiriñao, y aquí empieza la subida dura, dura, duuuuuuuuuuura. Se recomienda bajar el ritmo de subida para no pisarse la lengua (tampoco lo leímos).

Dejamos el refugio a la derecha y el hayedo a la izquierda, pero la niebla seguía acompañándonos. Sin embargo el chirimiri nos abandono hacia ya rato, supongo que fue en las idas y venidas del refugio de Ángel Sopeña.

El abuelete nos lo dijo muy claro: una campa despoblada, luego una zona de piedras y por último otra campa y ya estáis. Joder con el ya estáis.

 Andrés: Subimos por el Collado Aldamiñospe con un pequeño pico rocoso a la izquierda que es el Aldamin y con uno más grande a la derecha que es el Gorbea. Estamos a la mitad del subidón todavía, y solo la proximidad de la Cruz y el amor propio de Juanjo hizo que lo que era una última subida de 15 minutos, estando en condiciones óptimas, se alargara un poco, pero bueno.... prueba conseguida, y hay fotos que lo corroboran sin photoshop. 

 Este amigo nuestro lo dice con optimismo, pero la verdad es que en la subida lo que era una fila india se convirtió en una hilera india y por fin me convertí en el eslabón perdido. Los veía subir delante de mí y empecé a pensar por qué no te callas, porque eres tan bocazas, ahí vez, a Juanjo subiendo como un gamo es capaz de haberse parado a echar un cigarro, y Andrés, también, a la zaga.

Me paraba, me sentaba en una roca, pero cuanto más tiempo descansaba, el tramo siguiente era más corto.

Llegó un momento en que pensé que no lo lograría, pero pensé que yo no iba a volver a hacer esta excursión y que el camino hecho hasta aquí no iba a ser gratuito. Me dije que hasta las nueve no anochecía, así es que me daría todo el tiempo del mundo, además llevaba agua y el hamaiketako, solo había que ser frío y tomárselo con mucha calmo y lo demás ya no importaba.

La zona de piedras era interminable, y si miraba hacia arriba me parecía más, pero poc a poc es fa el camí.

La campa apareció por fin, pero aquello era desolador, con apenas gente, la nada alrededor y los míos ya estaban desaparecidos. En una de mis sentadas apareció Juanjo gritando algo así como ¿estás bien?, yo lo oía pero no podía responderle. Le hice un gesto tratándole de decir que ya llegaría.

La niebla seguía arropándonos y por momentos te abrigaba, en otros sin embargo, nos permitía contemplar algunas bellas instantáneas del paisaje.

Divisé una fuente y a ella me dirigí para saciar la intensa sed pensando que quizás el agua me daría las fuerzas necesarias para llegar hasta la cima. Incauto.

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